viernes, 7 de diciembre de 2007

CAPÍTULO 1-LA LLEGADA




(13 de mayo de 2006)

Un chico de pelo castaño y ojos azules esperaba en la plaza de un pequeño pueblo. Llevaba puestos unos pantalones cortos y una camiseta corta de color naranja. El chico miraba su reloj todo el rato, pero no llegaba nadie. Estaba ya atardeciendo y la plaza se iba quedando más oscuro poco a poco. Cuando su reloj marcó las ocho y media, la oscuridad se hizo total, y apenas se veía nada. El chico vio a lo lejos dos oscuras siluetas, pero no pudo saber a ciencia cierta si se trataban de sus padres, debido a la oscuridad. Se acercaron más aún al chico y él reconoció a su padre.
-Perdónanos Marc- dijo un hombre con voz ronca.
-Lo sentimos hijo, pero se nos ha ido el santo al cielo, y cuando quisimos volver, no nos acordábamos del camino-esta vez fue una mujer la que habló. La madre de Marc era una mujer delgada, de pelo castaño como su hijo, y de facciones agradables.
-Vámonos, que en estos pueblos pequeños de noche, hace un frío que pela -el padre del muchacho se llamaba Glen y era un hombre gordo, alto y medio calvo. Llevaba ropa de verano y una gorra muy llamativa. Los tres se alejaron de la plaza, guiándose por la tenue luz de las viejas farolas de la calle.
-¿Vamos a estar mucho tiempo en Mistown papá? -preguntó Marc con voz aburrida.
-No, solo estamos de paso , pararemos aquí un par de días y luego iremos hacia el centro de Londres- respondió Glen animadamente.
-No sé por qué hemos parado aquí, podíamos haber ido a Londres directamente, porque como nos quedemos mucho tiempo en este pueblucho, yo me vuelvo a Dublín.-dijo Marc.
-Pues te irás tú solito, porque nosotros estaremos aquí hasta el final de las vacaciones, que para eso hemos alquilado el apartamento en la capital- contestó Glen enfadado. Cuando llegaron al hotel rural, cenaron y se acostaron muy temprano. Durmió bastante bien, pues la cama era muy cómoda. Sus padres tenían mucho dinero, y en Irlanda vivían en una gran mansión en el centro de Dublín. Cuando Marc se levantó sus padres aún estaban durmiendo, así que bajó, desayunó, y se fue a dar una vuelta por Mistown, sin alejarse demasiado del hotel. Aquel barrio, era antiquísimo y tenía muchos monumentos de piedra. Llevaba más de una hora paseando cuando vio una pequeña tienda da antigüedades al fondo de un callejón. En la puerta de la tienda, había un anciano de unos ochenta años .Tenía el pelo blanco y una gran calva el la coronilla. Estaba sentado en una silla y miraba al suelo con la mirada perdida, sumido en sus pensamientos. Cuando Marc se acercó a la tienda, el anciano levantó la cabeza y lo miró.
-¿Eres forastero verdad?- preguntó de pronto el anciano. A pesar de su edad hablaba rápida y enérgicamente.
-Sí -contestó Marc- mis padres y yo estaremos aquí un par de días y luego seguiremos hacia el centro de Londres.
-Londres me trae malos recuerdos-comentó el anciano-yo de pequeño vivía en Londres, pero un accidente hizo que regresara aquí .
-¿Qué pasó?, si no es mucha indiscreción.
-Un amigo mío desapareció cuando estaba con él y aunque no fue mi culpa, todos me miraban mal,y como no pude soportarlo, volví aquí -respondió el anciano.
-Lo siento.
-No importa, eso pasó hace mucho tiempo. Todo eso paso en un pequeño bosque, en un parque, por eso no puedo ir al campo ni ver un solo árbol.El anciano volvió a mirar a Marc, y al dirigir su mirada hacia su cuello, se quedó paralizado-ese colgante...-susurró el anciano asombrado-tiene el mismo símbolo que la pulsera con la que desapareció mi amigo. Marc miró su colgante. Tenía un triángulo al revés con nueve círculos dentro.
-¿Esto?Este colgante me lo encontré buceando en la playa hace dos años-dijo Marc-no ha vuelto a saber nada de él?-siguió el chico, retomando la conversación.
-No, pero olvida todo lo que te he contado, ahora tengo que irme.El anciano metió la silla en la tienda y la cerró desde dentro. Marc se quedó mirando la tienda con fascinación, y luego,volvió al hotel.
-Marc, ¿donde estabas?-preguntó su madre- cambio de planes, nos vamos ya hacia Londres.
-¿Ahora? Justo cuando esto empezaba a gustarme- dijo él abatido- está bien, ahora vengo. Subió a su habitación y metió en su maleta las pocas cosas que había sacado la noche anterior. Le entregó la llave al recepcionista y se reunió en la calle con sus padres.
-Vámonos-dijo Glen. Había una limusina esperándolos.
-Papá creo que no hacía falta todo esto-dijo Marc en voz baja. Su padre no le contestó y se metió majestuosamente el el vehículo. Marc también se zambulló rápidamente. Sin saber por qué, se sentía apenado, pero tenía la sensación de que ya había hecho en aquel lugar todo lo que tenía que hacer.

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